El principal acusado por el ataque a la vicepresidenta y su pareja Brenda Uliarte se habían tomado fotos mostrando la pistola Bersa y las balas. Las cámaras de la vía pública confirmaron que Uliarte estuvo con Sabag en la zona durante el atentado y también en días previos. Para los investigadores, son indicios de que pudo haber una planificación del intento de asesinato y buscan establecer la participación de más personas. En declaración indagatoria, Uliarte intentó desligarse de los hechos, mientras que Sabag se negó nuevamente a hablar y se limitó a decir que “Brenda no tuvo nada que ver”.
Las fotos guardadas en el celular de Fernando Sabag Montiel, que pudieron ser rescatadas de la tarjeta SIM y de la tarjeta de memoria, no sólo empeoran su situación sino también la de su novia, Brenda Uliarte. En las imágenes, a las que accedió Página/12, se lo ve a él posar exhibiendo el arma con la que intentó matar a Cristina Fernández de Kirchner. La empuña hacia arriba e incluso finge apretar el gatillo. Ella aparece en otras tomas de cuerpo entero con la pistola, una Bersa calibre 32, calzada en la cintura de su pantalón negro. Hay una foto que retrata específicamente el arma dispuesta al lado de las dos cajas con 100 balas que fueron halladas en la vivienda de él junto con seis proyectiles sueltos. Para quienes llevan adelante la investigación son todos indicios de que pudo haber existido una planificación del intento de asesinato y todavía buscan establecer la posible participación de más personas. Se suma el dato de que la mujer no solo estuvo con Sabag en el momento del atentado, sino que habría estado en la misma zona los días previos.
Ella, sin embargo, al prestar declaración indagatoria en Comodoro Py este martes a última hora, negó su participación en el hecho, incluso negó su presencia en el lugar de manera imprecisa (sucede que está muy comprometida por las imágenes) y sólo respondió preguntas de su defensor, Gustavo Kollmann, que asumió su representación ya que Juan Martín Hermida, quien representa a Sabag Montiel, se excusó por "intereses contrapuestos". El atacante también fue llevado a los tribunales de Retiro para ampliar su indagatoria pero no quiso responder nada, igual que la primera vez que fue interrogado. Lo único que quiso decir fue que “Brenda no tuvo nada que ver”.
Las fotos son parte del material que la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) les entregó a la jueza María Eugenia Capuchetti y al fiscal Carlos Rívolo e integra la prueba que fundamenta el pedido ampliación de indagatoria a Sabag y la imputación como posible partícipe contra su pareja, junto con otros abundantes elementos: grabaciones de cámaras de la Ciudad de Buenos Aires que los muestran llegar juntos a Juncal y Uruguay, filmaciones de celular e imágenes televisivas; la reconstrucción de todo el recorrido que hicieron el jueves pasado antes de llegar a Recoleta; el contenido del celular de Brenda de donde saldrían expresiones que comprometen a ambos; otro tanto que se extrajo del teléfono de él pese a la posible pérdida de parte de la información; las redes sociales; los testimonios de cinco amigos de la pareja y lo que hay en los celulares que aceptaron entregar a la Justicia.
La hipótesis que guía por estas horas el expediente involucra a la pareja y se extiende hacia la posible participación de otras personas. Se investigan incluso vinculaciones con grupos de ultraderecha o filonazis. Los tatuajes de Sabag, que incluyen un sol negro típico de la filosofía ocultista del nazismo, ayudan a definir al personaje.
Las mentiras
En el caso de Brenda Uliarte, las fotos y la reconstrucción de sus pasos desmienten de manera rotunda todo lo que había dicho en una entrevista en Telefé el viernes último, día posterior al ataque a la vicepresidenta, a la que fue con un grupo de amigos y donde se presentó con el nombre Ambar, el seudónimo que usaba en las redes y con el que aparecía en páginas de contenido erótico. Tenía puesto un gorro negro que le tapaba toda la cabeza, lo que ocultaba la cabellera rojiza con la que luego se la vio en las imágenes previas y posteriores al intento de asesinato a metros de la casa de CFK. Allí aseguró que no sabía de la existencia del arma: “No vi el arma, no estaba al tanto de eso”. Pero las fotos posando con el arma calzada son elocuentes. “No entiendo por qué lo hizo, es un buen hombre, es trabajador”, les dijo a los entrevistadores. Había empezado la nota diciendo que ahora tenía “miedo”: “Nos quitan la posibilidad de trabajar. Nos están culpando de algo que no hicimos”.
También aseguró que no veía al hombre desde hacía dos días, lo que fue desmentido por la reconstrucción que lograron hacer el juzgado y la fiscalía, donde establecieron –como informó este diario-- que el mismo jueves habían estado juntos en el local de un requerido tatuador en Quilmes, luego fueron en tren hasta Constitución, de allí tomaron un colectivo hacia el Obelisco y desde ahí todo indica que fueron a pie hasta Juncal y Uruguay. Hay cámaras de C5N que los toman a ambos en la zona apenas pasadas las 20.30, pero habrían llegado unos minutos antes de las 20. Cuando Sabag Montiel intenta dispararle a la vicepresidenta, los militantes que ven la escena logran agarrarlo y llevarlo con los policías que estaban en el lugar. El arma fue rescatada también por ellos, ya que cayó en la vereda. En un comienzo, la falta de detección de huellas dactilares en el arma –que había estado en el piso y fue tomada por uno de los jóvenes-- fue utilizada por medios, en especial del Grupo Clarín, para poner en duda la existencia del ataque o sugerir un armado.
Finalmente, el estudio de Policía Científica de la Federal comprobó que la pistola tenía ADN de ambas manos de Sabag Montiel, que es zurdo: hay rastros genéticos de la mano izquierda en la cacha, el gatillo y la corredera, y de la otra mano en el cargador. Ahora el dato de que ella habría estado antes en Juncal y Uruguay, tal vez estudiando la zona, cobra relevancia. Al parecer fue en los días de fuerte movilización popular en apoyo a la vicepresidenta, después de que el fiscal Diego Luciani pidiera una condena de 12 años para ella en el juicio de la obra pública en Santa Cruz, y en que la Policía de la Ciudad salió a la ofensiva contra las y los manifestantes.
Pero la investigación empieza a apuntar todavía más atrás. En julio la pareja apareció en una nota en Crónica TV, con un discurso de rechazo a los planes sociales que agitaban como respuesta a la mujer conocida como "la planera viral". Sabag decía que su novia, Brenda, había cobrado planes sociales, y ella acotaba que los abandonó para trabajar, y se mostraba vendiendo copos de azúcar rosados. Lo cierto es que ella, todo indica, nunca cobró planes sociales. A él se lo vio también un día de semana en Tigre, manifestándose contra la desginación de Sergio Massa en el Ministerio de Economía.
¿Un grupo preparado?
Al menos por ahora, para los investigadores el grupo que está en el foco de su atención por el intento de asesinato de CFK no constituye una gran organización, sino un grupo marginal, con una ideología que mezcla todo tipo de ingredientes: antikirchnerismo, antiperonismo, racismo, neonazismo. Brenda, de 23 años, incluso tenía una vida paralela con producciones porno, algunas light y otras más pesadas, que incluyen escenas de violencia.
En la familia de ella sostienen que tuvo un pasado muy duro, con un abuso sexual cuando era niña, el abandono de la madre que se fue a vivir a Tucumán, la muerte de un bebé, el fallecimiento de la abuela que la crió. Su prima, su tío, un exnovio, afirman que era callada, que hablaba muy poco. Todo esto seguramente intentará usarlo su defensa para desvincularla. Pero del celular, que pudo ser desbloqueado por la PSA, se desprenden otras personalidades. Incluso surge que le daba casi órdenes a Sabag que, como declaró uno de los amigos, era "el boludo del grupo". El contenido del aparato todavía está siendo analizado.
Sabag usó un arma que tiene 50 años de antigüedad, no supo mover la corredera o se puso tan nervioso que no lo hizo como corresponde y utilizó proyectiles que en fueron fabricados en 1999. Hay quienes dicen que incluso fanfarroneó con las fotos en grupos de metal, anticipando que iba a matar a CFK. Un grupo de odiadores, menor y en apariencia con poca logística, pero no por eso menos peligroso. Y no son los únicos individuos odiadores, armados, que circulan por la Argentina y por muchos otros países.
Mientras avanza un análisis más detallado de las cámaras de la Ciudad e imágenes de video que fueron recibiendo en el juzgado y la fiscalía, así como de los teléfonos de la pareja y sus amigos, otro análisis en paralelo busca establecer qué pasó con el celular Samsung A50 de Sabag que apareció "reformateado de fábrica", con pérdida de contenido aunque se pudieron rescatar la tarjeta SIM, la de memoria y algunos audios de Telegram. Quizá se rescate algo más. El interrogante es si hubo un acto deliberado que dañó la información del celular o si hubo un error, por ejemplo, por hacer varias pruebas para dar con la clave, que no el hombre no quiso entregar. La PSA se está ocupando de buena parte de los análisis, y otro tanto haría Gendarmería.
La otra arista que será clave es la reconstrucción de la dinámica y el funcionamiento del grupo, a cuyos integrantes se está intentando ubicar durante el ataque a la vicepresidenta. Además se rastrean sus vinculaciones con organizaciones radicalizadas, de ultraderecha, como Revolución Federal, que protagonizó en los últimos meses algunos de los escraches y manifestaciones más agresivas contra funcionarios, con advertencias del tipo "no van a poder caminar tranquilos", "Cristina presa ya", "no más kirchnerismo".